sábado, 13 de febrero de 2010

Cuento Canario.

Este cuento lo he recogido del foro:Soy Canario y me encanta mi acento¡¡¡¡ Y si no me equivoco lo escribió Patricia Lodos.
Esta genial y es para reírse un rato.

Érase una vez un guayabillo de niña llamada Caperucita Roja, zafada, más
ensayada que una escopeta y con mucho tino para hablar, que nunca se
metía en rebotallos ni rifirrafes, que no era faltona e iba arregladita
como un tollo compuesto pues no le gustaba afrentar a su madre vistiendo desaliñada.

Deseaba visitar a su abuela que estaba viejita,que vivía en el bosque y a quien ya se le estaba yendo el baifo, y antes de que la espichara
quería llevarle una cereta con unos pocos de tunos indios, una lecherita de beletén y una taleguita de gofio misturado, o sea,de trigo y millo
que tanto le agradaba a la anciana señora.

Así es que arrancando la penca, la niña se adentró en el bosque con el ombligo encogío, pues sabía que el totorata del lobo,confianzudo y de mal tabefe, la acechaba para trincarla y comérsela de enyesque
acompañado de una pella de gofio y plátano, dos jareas de vieja, un
lebrillo de carajacas, papitas arrugadas con mojo encarnado y una
botella de agua de San Roque con gas.

El lobo era un palanquín de aspecto revejío, flaco como una verguilla y un pejiguera siempre dispuesto a jeringar. Así es que en cuando vio a Caperucita se puso a dar esperrios como un mataperro para asustarla,pero Caperucita, enroñada y con su pachorra de siempre, ante aquel cloquío lo miró de refilón y sin levantarle el
gallo le dijo que el que iba a cobrar iba a ser él, que a ella nadie le
cogía la camella......,haciéndole fos y continuando su camino sin
atorrarse,lo que dejó al laja del lobo margullando en saliva y
rezongando de amulamiento por no poder comérsela y empajarse.

El lobo, rascado y de mala tiempla, se acercó al barranco a refrescarse el totiso y el gaznate por no tener cerca un cafetín para echarse un pizco ron, y allí, sentado sobre una piedra, pegó la hebra consigo mismo mientras se comía las uñas hasta las raspas y con el pensamiento trataba a Caperucita de risquera, echona, cocorioco, erizo cachero, trasmallo rabo de perinquén y no sé cuántos adjetivos a cual más peyorativo.

Caía un chipi-chipi y el lobo emborregado, agoniado y con la matraquilla de querer comérsela, corrió desesperado a casa de la abuelita a donde llegó todo entripado y renqueando de tanto correr.

Como era un poco tabaiba, aunque farol y malo como un aguaviva,
estornudó cerca de la ventana, con lo cual al oírlo, abuela y nieta, que le escarmenaba el pelo a aquella, cogieron sendos teniques para darle un macanazo y acabar con el guineo ya que no podían verlo ni en pintura y que así se fuera escaldado de una vez por todas.

Los teniques salieron como voladores rabúos por la ventana yendo a caer con geito sobre el zarandajo del lobo que, escarranchado en el suelo, se comía una embozada de fresas para matar el hambre.

Como un sanaca, enchapado de vergüenza y doblado como una alcayata salió de allí con pronta retirada, mientras Caperucita y su abuelita,(quien se había olvidado que estaba con la quilla en el marisco y ya para la
gueldera) se comieron un cucurucho de helado y roscas de azúcar mientras llenaban la habitación de sopladeras de colores con belingo incluido.

3 comentarios:

  1. Esta ya la conocia, la tengo guardada,es simpatiquisima jajajaj

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  2. Pues si,está genial porque yo ni conocía algunas palabrejas,jajajaja.

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  3. me parece estupendo, se lo propondre a mi hijo que su profesor de lengua, le ha mandado un trabajo sobre el lexico canario.

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